Ainsa 2004

Cris ( Cristina de las Aguas), Nani Fdez-Portillo, David Martínez, Eva Abascal, Antonio GPS, Luis Cano, Sergio Castillo y Agustín (desde Mallorca)

Ya en Ainsa se encontraron con el grupo de Granada ( Félix Reyes, Carmelo, Antonio Salmerón, Tricki y demás).

Juanjo Perez-Alberni (con un cólico nefrítico) y Juan Campllonch (con una lumbalgia), se quedaron en Cádiz. Al menos vieron la boda real con todo detalle…

Primer día: Se hicieron la Garganta de los Gloces y el Barrancos de Furco. No teníamos ni idea de cómo iba el agua de deshielo y preferimos hacer algo que conocíamos. Por el camino, visita turística a la Garganta de Añisclo donde pudimos ver plantas carnívoras en flor (la grasilla)

Segundo día: Tras encontrarnos con los responsables del encuentro, fuimos al Consusa Inferior. Caña de barranco. Calizo con unas pozas y una estética insuperables. De obligada visita. Llevaba bastante agua lo que dificultaba la progresión, al mismo tiempo que la facilitaba, ya que las marmitas trampas y la poza de la cueva estaban llenas de agua. Encontramos 2 cuerdas y una mochila abandonadas de un grupo francés que tuvo que pasar la noche al relente porque el día anterior entraron tarde al barranco y les cogió una crecida de narices. A este barranco hay que entrar temprano en esta época del año. Rapeles vertiginosos de más de 30 metros, y uno al final volado de 35 metros que flipabas. Las vistas del patio mientras hacíamos la progresión, con el Peñón Grande justo delante durante todo el tiempo, soberbias. Accesos insuperables desde la carretera de Tello cerca de Revilla: 5 minutos para entrar en el barranco y unos 35-40 minutos para el regreso. Se requieren dos coches.

Tercer día: Nos vamos al Valle de Benasque y nos hacemos el Barranco del Rinero. Muy diferente a todos los demás. De pizarra descompuesta, y con obligadas reuniones en repisas colgadas. Agua a reventar. Más que resbaloso, es que te arrancabas cachos de piedras en muchos tramos. Acceso remontando el barranco durante una horita algo complicada porque hay que encontrar los senderos. Rápeles largos de hasta 55 metros, pero no colgados, sino en planos inclinados de baja dificultad.

Estos dos últimos días Chesus y Obdulia guiaron al grupo de forma magistral. Gracias a ambos.

Y gracias a todos los que participaron en el regalo que se ve en la foto, un reconocimiento a las horas de trabajo que le echa uno a esta página y sobre todo, el saber que tanto esfuerzo vale para algo.