LOS PATOS 4X4
SAHAKUAK 2010
Martes 30 de marzo de 2010. Merzuoga-Merzouga
Nos levantamos tempranito para ver uno de los espectáculos que la Naturaleza nos puede regalar: el amanecer en el desierto.
Una excursión de ruidosos estudiantes marroquíes que están desde la 5 de la mañana porculeando un poco con sus gritos, le quitan algo de encanto, pero como se los llevan en camello a ver el amanecer en un lugar más adentro del Erg, al final gozamos de una cierta paz para disfrutar del momento. Eso sí, los fosileros no faltaron a su cita y allí los tuvimos como siempre.
Desayunamos, recogemos el campamento y vamos al Albergue a dejar el equipaje y quitarle todo el peso posible a los coches. Hoy toca sesión de navegación en las dunas y es importante aligerar toda la carga que se pueda.
Primera sorpresa desagradable: a Patoplaya el coche se le ha quedado en la arena y parece que el embrague no le va bien. Lo mejor es no meter en esas condiciones el coche en las dunas, así que deciden ir en el coche de Patorojo.
Nos dividimos en dos grupos para evitar que a consecuencia de los atascos, la marcha se ralentice. Cada grupo con su guía nativo, se supone que experto en conducir por las dunas.
El día anterior, unos conocidos de Patoazul nos han informado que a consecuencia de la tormenta de arena, se hace muy difícil navegar por la dunas ya que la arena está muy suelta. Se lo comentamos a los guías y dicen que no, que se puede dunear sin problemas Ellos sabrán...o no.
Así que ni cortos ni perezosos nos metemos en las dunas. En poco menos de cinco minutos, más de la mitad de los coches están atascados. La madre que parió a los guías..., ¿no decían estos mamones que no habría problemas?
Conectamos los dos grupos por la radio y decidimos cambiar exactamente al lado contrario del Erg donde la tormenta no ha afectado tanto a la arena. Casi todo el mundo está allí. Por algo será, pensamos. Pues bien, empezamos la navegación y con algún que otro atasco, gozamos de esa sensación que es conducir un coche como si fueras sobre mantequilla.
Tras un par de horas nos dirigimos a los ríos de arena para ir a un oasis a almorzar. Los guías se despistan un poco y cada uno se va a un sitio diferente. Finalmente conseguimos reagruparnos y nos vamos a Albergue a comer y a descansar. Y a bañarnos en la piscina...helada; si, el agua estaba helada.
Ya al caer la tarde nos acompañan a alquilar unos quads, pero cuando llegamos todos estaban ocupados. Nuestro gozo en un pozo. Jesús, para quitarnos en mal sabor de boca, nos lleva a un lago en el que habitan miles de flamencos y millones de mosquitos. Un sitio espectacular a la caída de la tarde.
Cenamos, tomamos unas copitas y a descansar.
Creado por Juan Campllonch